La industria santafesina se pone el casco para paliar la crisis energética y pasar el invierno. Cómo acomodarse en la disputa mundial.
Entrevista. Alberto Rosandi, Director Ejecutivo de Elys
La invasión rusa al territorio ucraniano está agitando el mapa energético mundial. La Unión Europea busca acaparar los cargamentos de gas natural licuado por temor a un revés de Rusia (a riesgo de dejar con las manos vacías al resto de los países importadores; entre ellos, el nuestro), el precio del crudo trepó hasta las marcas más altas de las últimas décadas y en los surtidores de casi todo el país empezaron a restringir el gasoil.
En el mejor de los casos, el gasoducto que permitirá abastecer a los grandes centros de consumo desde Vaca Muerta estará listo para 2023 y la producción de bioetanol en la región centro no termina de arrancar por falta de precios competitivos. Hasta resolver estas cuestiones estructurales ¿qué se puede hacer para que la crisis energética mundial no paralice a la maquinaria productiva argentina? Sobre este interrogante se explayó Alberto Rosandi, director Ejecutivo de ElyS y asesor de la Federación de Industriales de Santa Fe (Fisfe).
¿Ya hay motivos para encender alarmas en materia energética este año?
—Hasta el momento, hay que mirar el tema con mucho más detenimiento que otros años. Uno de los posibles focos de tensión es la falta de disponibilidad inmediata de barcos que trasladen los cargamentos de gas natural licuado que importa la Argentina, frente a una demanda extraordinaria de Europa. La alarma se encendió porque el 8 de marzo la Unión Europea cerró un acuerdo en Estrasburgo que establece que todos los países del bloque comprarán gas en conjunto para stockear el 90% de su reservorio de cara al próximo invierno, a pesar de que Europa recién están saliendo de esa estación y su reservorio está al 26%. Acordaron un plan estratégico para anticiparse a las eventuales dificultades de abastecimiento que pueden llegar a tener si Rusia decide cortarles el suministro, porque este país provee el 45% del gas de Europa.
A la Argentina usualmente llegan 62 barcos por año con gas natural licuado; de hecho el primero de esos cargamentos arribó a Escobar el 20 de marzo desde Guinea Ecuatorial, África, después de 13 días de viaje. Además,el Gobierno ya cerró acuerdo con nueve barcos más. En caso de que se trabe la oferta, Europa tiene contratos de aprovisionamiento de largo plazo con los países importadores, con lo cual tendrán prioridad en caso de falta. Después está el tema de los precios, que se están escapando a niveles muy elevados.
¿Una solución definitiva para el abastecimiento será el nuevo gasoducto, que trasladará el gas desde Vaca Muerta hasta las grandes ciudades, ¿es un proyecto a mediano o largo plazo?
— El gasoducto [Néstor Kirchner] está siendo licitado, es decir que la posibilidad de llevar esa infraestructura hasta las zonas de mayor consumo es real, pero una obra de esa magnitud no se hace de un día para el otro. La primera etapa será la instalación del caño troncal, de 36 pulgadas, desde la localidad neuquina de Tratayén hasta la bonaerense de Salliqueló. En esta primera fase la inversión será de u$s1.000 M. La segunda etapa beneficiará a los santafesinos, porque el gasoducto llegará hasta San Jerónimo, al sur de la provincia.Va a transportar 40 millones de m3, que es un volumen realmente significativo que paliará la dependencia con Bolivia y saldará la cuestión del autoabastecimiento.
¿Por qué está faltando el gasoil en Argentina?
—Nosotros tenemos muy buen crudo y buenas refinerías, pero cuando se declaró la invasión rusa muchas de ellas estaban renovando instalaciones, por ejemplo la de Campana estaba parada por tareas de mantenimiento y porque le estaban anexando otra línea de producción para una mayor calidad de gasoil. Además, desde hace mucho tiempo Argentina importa un caudal significativo de gasoil de buena calidad. Al subir el barril de crudo surgen algunas limitaciones, también hubo inconvenientes con los cargamentos y buques que está tomando Cammesa, la compañía que administra el mercado mayorista de electricidad, porque en el invierno este combustible se utiliza para generar electricidad.
Después hay un juego de valores económicos, yo no soy especialista para decir qué juego tendría que existir, pero es indiscutible que se ha beneficiado a determinados sectores y eso generó dificultades en otros. Por lo demás, es lógico que en el mundo se generen problemas ante una mayor demanda de Europa.
¿Podría ser una alternativa aumentar el corte de biodiesel para asegurar el aprovisionamiento?
— Si, es un recurso viable y como santafesino creo que se tendría que hacer, pero creo que para establecer un marco serio de soluciones hay que planificar encuadrados en la política energética integral del Estado, porque esta crisis energética es global, cayó encima de todos los países y es un conflicto de intereses importante. A nivel país hay temas por resolver, por ejemplo en la región centro el bioetanol está a punto de no poder continuar con su modelo de producción en virtud de los precios no competitivos, allí probablemente tengamos un problema de gravedad. Hay que evaluar todo el panorama.
¿El cierre de las exportaciones de naftas, combustibles y petróleo crudo es una herramienta viable?
— Es un tema a tratar. Argentina tendría que poder exportar todos su excedente energético porque se traduce en ingresos de dólares genuinos, pero para eso necesitamos infraestructura y planeamiento. Previamente siempre está la demanda interna, porque sino nuestras fábricas no pueden producir ni funciona ningún sistema. Por eso es fundamental lograr la infraestructura y la logística que necesita Vaca Muerta no solo para autoabastecernos y tener independencia energética sino también para poder generar divisas en el manejo de valor agregado de exportación de excedentes energéticos. Argentina tiene una ventaja comparativa frente a muchos países y es que tenemos uno de los reservorios de gas y petróleo más grandes que hay en el mundo, y además tenemos viento, agua y sol, todas fuentes de energías renovables. Todo eso nos habilitaría a exportar energías limpias a aquellos países que hoy están utilizando fuentes más contaminantes.
¿Las fábricas están preparándose para lo peor en materia energética?
— Mi profesión me obliga a no ser tremendista, hay que poner las cosas en claro. Fisfe está trabajando en establecer criterios de análisis para verificar soluciones tempranas si llegaran a suceder los faltantes, y le hizo llegar sugerencias a la Unión Industrial Argentina, que también está previendo un plan estratégico.
Entre las medidas, una sencilla es adecuar la parada de planta prevista a los días de menores temperaturas pero también hay otras, por ejemplo, ver cómo están los sistemas sustitutos de energía, chequear si pero respaldar el volumen de las restricciones con un biocombustible o un combustible líquido como gasoil o diesel, también están los swap, que son intercambios entre industrias; por ejemplo, si una empresa trabaja de lunes a viernes, la capacidad energética que deja libre el fin de semana se la puede dar a aquel que necesite, también se puede apelar a programaciones determinadas de presión en los gasoductos. Lo que se busca es que prevalezca el planeamiento para no tener que parar el aparato productivo en caso de que haya restricciones y, si hubiera que detenerlo, que tenga el menor impacto posible.
Por Gabriel González
Fuente: Punto Biz