Los retos del sector de eléctrico para mantener la continuidad del servicio en condiciones de calidad y confiabilidad se basan en, por una parte, garantizar la asequibilidad para los sectores residencial, servicios e industria. Esto a fin atenuar los efectos sociales y el impacto económico en las empresas. Y, por otra parte, para asegurar la sostenibilidad financiera del sector eléctrico.
El 19 de marzo de 2020, el gobierno argentino estableció un régimen de aislamiento obligatorio, que aún está en vigor. El régimen de aislamiento prohíbe la circulación de personas en rutas, caminos y espacios públicos, pero las personas involucradas en actividades “esenciales” están exentas de este régimen.
Las actividades de transporte y distribución de energía se consideran esenciales, con una reducción de las operaciones para mantener estándares mínimos y se han mantenido las compañías de servicios públicos. Además, a partir del 7 de abril, las actividades relacionadas con la infraestructura energética privada están exentas.
Toda la cadena de valor se ha visto afectada por las medidas adoptadas. Los problemas que se enfrentan dependen principalmente del segmento o situación de la industria bajo análisis. Por ejemplo varios cronogramas de mantenimiento en centrales térmicas se han pospuesto y se han debido modificar los cronogramas de construcción de proyectos renovables.
En los segmentos de generación y distribución de energía, la situación es más compleja. Como es de público conocimiento la deuda existente de las distribuidoras con CAMMESA cada vez se hace más insostenible, las limitaciones sanitarias debidas a COVID-19 han impactado negativamente no solo el consumo sino también el cobro de las mismas.

Esto ha llevado a AGEERA y ADEERA a buscar la intervención de la Secretaría de Energía y al menos recibir pagos retrasados. Dada la vigencia del congelamiento del precio de la energía hasta junio de 2020, todo esto ha puesto al sector en una situación de casi interrupción de la cadena de pago, lo que podría afectar el normal abastecimiento en el futuro inmediato.
Por ahora, no ha habido ninguna medida específica para aliviar la delicada situación de la industria energética. Todas las interrupciones contractuales relacionadas con las medidas sanitarias COVID-19 se han discutido en el contexto de fuerza mayor.
En el corto plazo, la continuidad de la operación del sistema eléctrico se fundamenta en garantizar la disponibilidad de los trabajadores clave, su infraestructura y plataformas tecnológicas, así como contar con insumos vitales como combustibles, repuestos y equipamientos de control de suministro. En el mediano y largo plazo, se requerirá de mecanismos que garanticen la viabilidad financiera y operativa de las empresas.
En ese sentido, instituciones importantes como el BID han planteado recomendaciones con el fin de establecer planes que aseguren la continuidad de sus servicios durante la contingencia. Pasaremos a describir en que se basan dichas medidas:
- Estándares en la prestación del servicio: La continuidad del servicio implica también la necesidad de mantener los estándares de calidad exigidos para los sistemas de potencia en condiciones normales. En la fase de transición se requiere que las empresas fortalezcan la capacidad técnica de las áreas encargadas del planeamiento operativo con modelos de simulación de flujos eléctricos, considerando los cambios en la distribución de los flujos de corriente debido al cambio en el comportamiento de la demanda y su crecimiento esperado en la fase 3. El permanente monitoreo de estabilidad del sistema eléctrico evitará oscilaciones de frecuencia o voltaje, las cuales repercuten en los indicadores de calidad de prestación del servicio.
- Reactivación del mantenimiento: En la fase de transición las empresas deben iniciar la preparación del conjunto de actividades que son necesarias para retomar el mantenimiento de toda la infraestructura eléctrica que permita alcanzar los niveles técnicos adecuados. Para ello, se requiere que las empresas preparen las especificaciones técnicas, órdenes de compra e identificación de proveedores, para la inmediata adquisición masiva de repuestos, equipos, herramientas y materiales.También durante la emergencia muchos fabricantes y proveedores de equipamiento eléctrico (nacionales y extranjeros) redujeron su producción y, por lo tanto, es necesario que las empresas del sector actualicen la lista de proveedores para sustituir sus habituales suministradores ante eventuales retrasos o cancelación de pedidos. En cuanto se tengas los materiales necesarios se deberán adelantar los trabajos de mantenimiento iniciando por las áreas más críticas.
- Planificación: Durante esta etapa de transición también será importante analizar los posibles cambios en el perfil de la demanda en el mediano plazo, tales como un mayor consumo en los clientes residenciales y una menor demanda en el sector productivo. En el sector productivo es posible que se registren diferencias según el segmento de actividad. Así, por ejemplo, algunas actividades como el turismo, el transporte aéreo, el entretenimiento (cines, parques) podrán tardar en su recuperación, mientras otras registrarán un incremento en su actividad como son los centros de logística y las telecomunicaciones. Estas variaciones en el consumo obligan a una revisión de los planes de inversión.
- Mejora en los sistemas comerciales: Durante la fase de emergencia muchas empresas habilitaron sistemas electrónicos para el pago de las facturas. En muchos países se ordenó el pago diferido de las facturas o se suspendió el corte del servicio por no pago para la población más vulnerable. En otros se suspendió el pago para usuarios de menores ingresos o se suspendió la lectura de contadores en sitio. En la fase de transición es necesario iniciar la mejora y modernización de los sistemas comerciales (lectura, facturación y pago) con el objeto de lograr la digitalización completa de estos sistemas. Para ello, las empresas previamente deben revisar el estado actual de sus sistemas comerciales, establecer las necesidades de hardware y software, estimar los costos y plazos de implementación.
- Campaña de eficiencia energética: Una vez concluida la emergencia el monto total de la factura se verá incrementado, toda vez que en las facturas se incluirán los cobros parciales o totales de la deuda acumulada para ciertos clientes, sumados a los aumentos propios por inflación. Para compensar en alguna medida este efecto monetario, las empresas deberán iniciar campañas para incentivar el uso eficiente de la energía (incluyendo reemplazo de electrodomésticos, bombillos, entre otras actividades) que permita reducir el valor de los cargos del consumo del periodo actual y posponer inversiones en expansión.
- Planeamiento financiero: Sin duda, las proyecciones de los estados financieros de las empresas estarán también afectadas por la emergencia. En esta etapa de transición, será necesaria una detallada revisión de los supuestos utilizados, en particular los ingresos esperados, las cuentas por cobrar, los gastos de funcionamiento, los niveles de deuda existentes antes de la emergencia y los esperados por deudas adquiridas durante la primera fase y por nuevos endeudamientos para salir de la crisis y por los nuevos planes de inversión que surjan para llegar a la fase 3.
- Planes de obras múltiples: Las empresas pueden retomar los planes de remodelación de redes, cambio de transformadores y expansiones menores tanto a nivel urbano como a nivel rural. También pueden preparar proyectos de obras múltiples, identificando las obras más urgentes, sus diseños y especificaciones técnicas, sus costos, y cronogramas de implementación.
Esta planificación permitirá también identificar las fuentes de financiación incluyendo, por ejemplo, la restructuración o reformulación de préstamos actualmente en ejecución y cofinanciamiento. Asimismo, permitirá identificar el uso de diferentes tipos de garantías y la inyección de flujos de capital por intermedio de apoyo fiscal directamente asignado a las empresas del sector eléctrico.